Las prácticas de arborización urbana observadas en las ciudades dominicanas a través de los años, desnudan un sistema de gestión deficiente y sin planificación. ¿Qué dicen las ciudades de la calidad de vida de sus ciudadanos?
El crecimiento no planificado, motorizado por las migraciones y la ausencia de políticas públicas, tensionan el verde urbano haciendo cada vez menos accesible vivir en ciudades con espacios verdes de calidad.
El arbolado urbano y las infraestructuras urbanas mantienen una relación conflictiva, tormentosa y con finales poco esperanzadores para los amigos verdes.
Árboles y Palmas son sacrificados por su incompatibilidad con los tomadores de decisiones, con las aceras, con el cableado, y un largo etcétera que se les cruce en el camino.
La realidad es que los árboles son culpables, lo son. Sus raíces, ramas, follaje, tronco o las flores que desprenden al suelo, generan molestias o daños que requieren corte, poda o mutilación. Son culpables de ser y comportarse como su naturaleza les ha formado.
Ser lo que son es inaceptable, pero, ¿para quienes?
Vivimos una historia de eventos desafortunados cuando se decide sembrar una reata, una acera, o cualquier otro espacio en la ciudad. Las decisiones se han basado en los negocios de viveros, en personas sin criterio a cargo de posiciones que requieren tener criterio y voluntad para hacerlo bien.
Hemos estado de mala suerte con quienes toman las decisiones sobre el verde urbano. Esa es la verdad. Personas que por antojo siembran sin conocimiento del potencial daño que aportará a la ciudad, directores de Ornato con mucho oportunismo político y baja capacidad téncnica, políticos sin sentido de planificación ni visión al mando de la ciudad.
Cada especie brinda un servicio ecosistémico, y juega un rol importante en la calidad ambiental de las ciudades. Las especies deben ser seleccionadas por su compatibilidad con el espacio donde serán ubicadas, mirando sus necesidades espaciales a futuro. El clima y otros aspectos también son importantes al momento de seleccionarlas, los efectos que queremos lograr, y el mantenimiento, por mencionar algunos.
Las palmas no sustituyen los servicios que brindan los árboles, pero brindan servicios ecológicos y paisajísticos, para saber cuales especies utilizar es indispensable realizar un estudio basado en las necesidades del espacio y sus limitaciones. Siempre optar por especies endémicas y nativas, de preferencia de la zona de vida de la región donde se arboriza.
Santo Domingo elaboró una guía de arborización para el Gran Santo Domingo, algo que todas las ciudades deben trabajar. Los paisajistas, urbanistas, profesionales del área y las instituciones públicas con poder de decisión, deben intervenir las ciudades apoyados de una guía de arborización única para cada ciudad.
La implementación de una guía de arborización se constituye en la herramienta idónea para mejorar las intervenciones del verde urbano, y evitar los desmontes que vemos con frecuencia. Los árboles y palmas siempre serán culpables mientras las autoridades no asuman su responsabilidad hacia una administración planificada del territorio y sus elementos naturales.
Restaurar el equilibrio urbano es una obligación de las autoridades competentes. Mientras las ciudades se convierten en perfectas islas de cemento, islas de calor, la salud de sus habitantes se ve comprometida. El crecimiento debe planificarse, las ciudades son organismos vivos en constante evolución y transformación, deben adaptarse a las necesidades y desafíos, especialmente a los efectos del cambio climático.
La restauración de los ecosistemas urbanos implica un conocimiento de fondo de las pronlemáticas de los sistemas socio-ecológicos de la ciudad y la relación de estos con el metabolismo urbano. Una guía de arborización permite orientar la intervención del verde urbano bajo un criterio único y sostenible.
¿Qué futuro les espera a las ciudades que continuen creciendo en conflicto con el verde urbano?
Las ciudades que continuen tomando distancia del desarrollo sostenible, no tienen futuro posible que no les cueste la salud de sus habitantes, el incremento exponencial del gasto público y mayor vulnerabilidad ante los efectos del cambio climático.
La salud de las personas habla de la ciudad donde vive. En ciudades enfermas por la contaminación ambiental las personas enferman con frecuencia por afecciones gastro intestinales, bronco respiratorias y pulmonares, alergias, infecciones causadas por vectores, incluso el comportamiento y trastornos psicológicos pueden estar asociados a ciudades que enferman por su baja calidad ambiental.
En la medida que reduce el verde urbano, aumenta la contaminación ambiental. El acceso a espacios verdes de calidad se pondera en muchas ciudades como un derecho fundamental a la calidad de vida.
En la medida que sacrifiquemos el verde urbano por no planificarse como parte esencial de la infraestructura urbana, seguiremos perdiendo la estabilidad de los ecosistemas urbanos y con ello nuestra calidad de vida.
Respirar la ciudad, ¿nos sana o enferma?
Salir a caminar representará cada vez más un riesgo para la salud al convivir con el humo que desprenden los vehículos de motor.
Todos queremos un arbolito que nos brinde sombra bajo los efectos del sol, pero pocos entendemos que no es solo sembrarlos, es saber qué sembrar y dónde sembrar. Las ciudades se administran con un plan a corto, mediano y largo plazo, con proyectos que sean permanentes, inversiones duraderas, bajo una visión que traspase los gobiernos de turno.
Somos el reflejo de la ciudad donde vivimos, ¿Qué dice tu ciudad de ti?
Escrito por:
María Isabel Serrano Dina
Publicado:
Lunes 1 de marzo 2021,
Santiago, República Dominicana.