La Arquitectura
Bioclimática es una práctica milenaria. Desde que el hombre necesitó refugio,
empezó a aplicar este tipo de arquitectura de forma empírica.
La necesidad de
resguardarse de las incidencias del clima y adaptarse a él, llevaron al hombre
a incurrir en estrategias de bioclimatismo. A esta razón se le ha denominado la
“buena arquitectura”, porque toda arquitectura debe partir de un diseño que
aproveche el clima para lograr bienestar o confort térmico, reduciendo la
dependencia de energía y por consiguiente el consumo.
La Arquitectura
Bioclimática ó Arquitectura solar pasiva, hace uso del diseño arquitectónico
como medio para obtener niveles óptimos de confort térmico en el interior del
edificio con el mínimo gasto energético. El diseño solar pasivo es una
herramienta poderosa para producir edificaciones eficientes y de bajo consumo.
Se debe conocer
el clima del lugar de la obra, el entorno y las condiciones existentes del
suelo, seleccionar adecuadamente los materiales de construcción a utilizar (por
su cercanía, aporte térmico y lumínico al espacio), comprender las necesidades
del cliente y del ambiente.
La República
Dominicana goza de un clima ideal para aplicar arquitectura bioclimática con
resultados óptimos. La localización del país en el globo terráqueo favorece la
aplicación de los criterios del diseño solar pasivo, garantizando la capacidad
del edificio a proveer espacios de altos niveles de confort térmico y lumínico.
Aplicando estos
criterios a viviendas sociales ó económicas, por ejemplo, se puede conseguir
edificaciones que además de ser de muy bajo consumo (por no necesitar
iluminación artificial en el día, ni ventilación asistida), resulten en
proyectos económicamente factibles para las obras del estado que buscan mejorar
la calidad de vida de sus ciudadanos a muy bajo costo.
La arquitectura
bioclimática no tiene porque ser mas cara, es la arquitectura convencional
realizada con criterio y consciencia. Es pensar, analizar y tomar decisiones
cuidadosamente. Es entender que ser arquitectos implica una gran
responsabilidad que muchos no hemos aceptado, después de todo “es más fácil
realizar dibujos que no presenten dificultad o retos de diseño, que puedan
resolverse con aislantes, lámparas, ventiladores y aires acondicionados”; aunque
para el cliente implique un alto costo de mantenimiento.
Pero un
arquitecto comprometido con su trabajo, la sociedad para la que trabaja y el
medio ambiente donde produce la obra, se exige calidad y procura mejorar la
calidad de vida de los ocupantes del edificio mientras asegura la sana
permanencia y cuidado del entorno.
Escrito por: María Isabel Serrano Dina
-Publicado Martes 4 de Diciembre 2012, periódico La Información, Santiago, Rep. Dom.-
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