Motivada por la visita reciente a playa Sosúa, a la que solo queda un espacio de arena de aproximadamente 30 metros, y la problemática recurrente con las granceras en República Dominicana, dedico este escrito aclarando algunos puntos relevantes, para evitar caer en confusión ante la incidencia de los eventos atmosféricos.
Gran parte de la arena que acaba en nuestras playas, procede de los aportes continentales de ríos y bancos de arena. Pero, el incremento del nivel del mar como resultado del calentamiento global, los temporales extremos, el comportamiento de las mareas, y muy en especial el factor humano, interactúan como fórmula perfecta en la desaparición de nuestras playas, al reducirse el volumen de la arena en las zonas de costas.
La dinámica natural entre los bancos de arena que mueven las mareas entre los ríos y las playas, se está viendo alterada por la extracción no regulada del material en los ríos del país.
El movimiento de las olas en una playa provoca un arrastre de materiales, en especial arena. En un ciclo continuo de recoger, arrastrar y devolver, la arena va y viene sin que podamos notarlo en apariencia.
Sin embargo, sumada a la degradación de los ríos por la extracción de materiales para agregados, otros factores juegan un importante rol a tomar en cuenta, el movimiento de traslación y el efecto de la gravedad derivado de la atracción de la luna y el sol.
El flujo entre las mareas altas y bajas, determinado por el efecto de gravedad que ejerce la luna sobre el planeta, no es constante durante el año, viéndose alterado por el movimiento de traslación de la tierra alrededor del sol y de la órbita de la luna alrededor nuestra, por lo que a mayor cercanía de la tierra con el sol o la luna, mayor será su fuerza.
Es así como, durante los equinoccios de primavera y otoño, es mayor su fuerza dado que la cantidad de horas de la noche y del día son similares, produciendo marejadas más fuertes. Otro fenómeno relacionado sucede cada 15 días aproximadamente, conocido como marea viva, intensificando el tamaño de las olas y su efecto de arrastre de arena. No menos importante y aunque no tan frecuente, es el resultado de la alineación del planeta con el sol y la luna, induciendo las súper mareas, una fuerza mayor en las mareas, que puede motivar al movimiento masivo de la arena en costas.
Finalmente, en cuanto al mar de fondo, que nos impacta en estos días, se genera por tormentas mar adentro, con fuertes oleajes que pueden desplazarse a largas distancias desde su origen hacia las costas, en cualquier época del año.
¿Y qué del cambio climático?
Según el último estudio arrojado en el sexto informe mundial de cambio climático y el IPCC, más de la mitad de las playas de arena del mundo están en riesgo de desaparecer a finales de siglo como consecuencia de la erosión costera.
Así lo asegura también otro estudio publicado en la revista científica Nature Climate Change sobre los efectos del cambio climático en consecuencia del calentamiento global.
“En tan solo 30 años, el mar le ganará un promedio de 100 metros a las playas de arena en el mundo, como resultado de la subida del nivel del mar. En el peor de los casos, esta cifra podría más que duplicarse para finales de este siglo, según indica el estudio. América Latina será una de las regiones más afectadas.” Cita de la revista científica Nature Climate Change.
“En los últimos 25 años, se ha documentado un progresivo aumento del nivel del mar, y continuará haciéndolo como resultado del incremento de la temperatura global en 1.5 grados Celsius”. Cita del estudio publicado por el Centro Común de Investigación de la Comisión Europea para el Cambio Climático.
Los manglares, las zonas costeras y los recursos costeros y marinos, cumplen una función vital como barrera natural, protegiendo las costas ante los efectos del cambio climático, principalmente la erosión. Algo significativo y vital para los países que dependen mayormente del sector turismo. ¿Les suena?
Algunos peces como el pez loro o cotorra, contribuyen en la formación de la arena blanca del mar Caribe. Al alimentarse de las algas que se encuentran en los corales, excretan arena blanca como resultado de rasgar el coral. Un necesario proceso para mantener los corales sanos, donde se benefician mutuamente.
El Panel de Expertos en Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), expuso que en el mejor escenario climático la línea de costa retrocedería cerca del 40% hacia el año 2100, solo si se toman medidas para evitar que la temperatura global continúe elevándose, y se logre mantener por debajo de los 1,2 grados Celsius.
En su documento, plantean que algunas playas de America del Norte, gran parte de América del Sur, el norte de Australia y de pequeñas islas del Caribe, serán las más afectadas, estimando una pérdida de la línea costera de al menos 150 metros en promedio para 2100.
La adaptación al cambio climático es una urgencia nacional, y entre las medidas está evitar construir cerca de los litorales dejando un espacio de amortiguación para que las playas se autoregulen sin riesgos humanos.
Empero, el estado actual de los recursos naturales en el país, demanda una regulación más rigurosa y constante de las actividades humanas en costas, ríos, arroyos y cañadas, tanto de asentamientos comunitarios, actividades de ganadería y agricultura, fábricas, y como aquellas actividades derivadas de las deplorables granceras que extraen indiscriminadamente los materiales de agregados.
Lo que aún hoy se vive, no puede continuar siendo parte de la fórmula en un 1/2 ambiente tan lacerado, con recursos finitos. Dejando de lado el romanticismo conservacionista que nos atribuyen a las voces expertas en el área, tildando de fundamentalistas a quienes promovemos una gestión adecuada de los recursos naturales (lo que queda), la conversación va realmente en torno a nuestra capacidad humana en República Dominicana, para adaptarnos a mayores desafíos ambientales y climáticos, y en este orden, conseguir un equilibrio entre lo que consumimos ahora y lo que necesitaremos mañana, pasado y los años por venir.
Este, en definitiva, es un tema más social que ecológico, ¿se entiende?
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